Cuando Kawasaki decidió dar el salto a la movilidad eléctrica, lo hizo con firmeza: presentó los modelos Ninja e‑1 y Z e‑1, dos motos urbanas que combinan ADN deportivo con tecnología renovable.
En lugar de replicar los grandes pesos pesados eléctricos, Kawasaki apostó por vehículos ligeros, prácticos y con toques distintivos que los diferencian tanto en la ciudad como en el alcance emocional que ofrecen al usuario. A continuación, analizamos a fondo lo que ofrecen estas motos que son algo más que una simple versión eléctrica de los clásicos.
El Ninja e‑1 conserva la estética deportiva típica de la línea Ninja: carenado completo, líneas anguladas y postura ligera que evoca a sus hermanas de mayores cilindradas. En cambio, la Z e‑1 adopta el estilo “supernaked” de la familia Z: minimalista, con partes expuestas y una actitud más urbana.
Ambos modelos comparten una paleta que mezcla plateado metálico, verde lima mate y negro, un diseño moderno que ya distingue a la saga e‑1 como la nueva cara de Kawasaki eléctrica.
En su interior se esconden dos baterías de 1,5 kWh cada una, removibles y colocadas donde iría el tanque tradicional. Cada pack pesa unos 25 kg y puede cargarse, montado o extraído.
Con un tiempo de carga estimado en 3,7 horas por batería, las e‑1 prometen una autonomía real cercana a los 65 km en uso urbano, cifra que puede prolongarse activando el modo Eco o aprovechando el sistema de frenado regenerativo. Aunque no están pensadas para caminos interurbanos, sí representan una alternativa ideal para recorridos diarios.
El motor eléctrico, enfocado en aceleración instantánea, ofrece 5 kW de potencia continua, con picos de 9 kW (12 caballos de fuerza) gracias a la función e‑Boost, que permite aprovechar un empuje extralimitado a 15 segundos, mejorando la aceleración y elevando la velocidad máxima de 88 km/h a cerca de 105 km/h en el Ninja e‑1. 
La Z e‑1, por su parte, alcanza un tope de alrededor de 100 km/h en modo e‑Boost. El objetivo es claro: responder con agilidad en el tráfico, sin eliminar la capacidad de acelerar con decisión cuando se necesita.
En cuanto al chasis, ambas motos usan un rame trellis de acero compatible con horquillas de 41 mm y suspensiones Uni-Trak con ajustes, además de ruedas de 17″ y frenos de doble pistón con ABS.
El peso ligero, de unos 140 kg (309 lb Ninja, 298 lb Z), se siente ágil y facilita el manejo urbano. La ergonomía mantiene una postura cómoda y controlada, más orientada al desplazamiento que a la competición, lo que refuerza su función como motos de ciudad.
Finalmente, la tecnología complementa su atractivo: cuenta con una pantalla TFT de 4,3″, conectividad Bluetooth, modos Road y Eco, función Walk para maniobrar a baja velocidad y luces LED. Con precios en EE. UU. de US$ 7 599 para la Ninja y US$ 7 299 para la Z, ofrecen un precio competitivo frente a otras opciones eléctricas, posicionándose como alternativas reales para la movilidad verde urbana.
En resumen, la Ninja e‑1 y la Z e‑1 representan un paso interesante de Kawasaki hacia la electromovilidad. Dan prioridad a la experiencia urbana, sin pretender convertirse en motos de largo alcance o alta velocidad.
Y aunque la batería limita un poco su uso, sus características —baterías intercambiables, diseño fiel al ADN Kawasaki, empuje inmediato y precio razonable— las convierten en opciones atractivas para el rider urbano que busca estilo, silencio y cero emisiones.