Las marcas francesas de automóviles (como Peugeot, Renault, y Citroën) no tuvieron éxito duradero en los Estados Unidos por una combinación de factores relacionados con calidad, servicio al cliente, cultura automotriz, y competencia del mercado.
Aquí están las principales razones:
1. Problemas de fiabilidad y calidad
Durante las décadas de 1970 y 1980, muchos autos franceses vendidos en EE.UU. tenían reputación de ser poco fiables, especialmente en comparación con los vehículos japoneses.
Componentes mecánicos y eléctricos eran a menudo difíciles de mantener o se averiaban con facilidad.
2. Pobre red de servicio y repuestos
A diferencia de marcas japonesas o estadounidenses, las francesas no tenían una red sólida de concesionarios ni servicio técnico eficiente.
Conseguir repuestos era caro y difícil, lo que generaba frustración entre los consumidores.
3. Diseño y gustos del consumidor
Los autos franceses eran diseñados con un enfoque europeo: más compactos, con soluciones técnicas poco convencionales (como las suspensiones hidroneumáticas de Citroën).
El público estadounidense prefería autos grandes, potentes, simples y confiables. Las soluciones «exóticas» no generaban confianza.

4. Choques con regulaciones estadounidenses
Las regulaciones de seguridad y emisiones de EE.UU. obligaban a las marcas extranjeras a modificar significativamente sus autos.
Eso encarecía los modelos, afectaba el rendimiento y alargaba los tiempos de llegada al mercado.
5. Mala estrategia de marketing y alianzas fallidas
Renault, por ejemplo, se asoció con American Motors (AMC), pero esa alianza no prosperó y terminó en venta a Chrysler.
Las marcas francesas no invirtieron suficiente en publicidad ni construyeron una identidad fuerte en EE.UU.
6. Competencia feroz
En los años en que intentaron ingresar (1970s–1980s), ya dominaban el mercado marcas japonesas (Toyota, Honda, Nissan) con productos más confiables, baratos y mejor adaptados.
Las marcas francesas no lograron competir ni en precio ni en prestigio.

Ejemplos:
Peugeot se retiró en 1991 del mercado estadounidense.
Renault salió a fines de los 80s tras vender su participación en AMC.
Citroën dejó de exportar a EE.UU. en 1974, en parte por las normativas de seguridad que no se adaptaban a su diseño.